“El cambio climático se mueve más rápido que nosotros, pero no nos damos por vencidos…”
Estas palabras fueron pronunciadas por el Secretario General de Naciones Unidas en 2018, hace cinco años. Sin embargo, recientemente, tras las gravísimas inundaciones e incendios de este verano, se ha elevado el tono de las palabras de António Guterres, insistiendo en que la situación que hemos vivido es consistente con las predicciones y advertencias de la comunidad científica y que la única sorpresa ha sido, en realidad, la velocidad del cambio.
En el año 2009, un equipo de 28 científicos internacionales, liderados por Johan Rockström (1), definió el concepto de límites planetarios, identificando una serie de umbrales en 9 procesos fundamentales para la estabilidad del “Sistema Tierra”. La superación de dichos umbrales conduciría a la humanidad hacia un territorio impredecible y extremadamente peligroso. Katherine Richardson y otros 18 colaboradores acaban de publicar (2) en la revista “Sciences Advances” que la humanidad ha rebasado ya 6 de los 9 límites planetarios, incluyendo los relativos al cambio climático, a la deforestación y a la pérdida de biodiversidad, lo que significa que hemos abandonado la zona de seguridad para entrar en unas circunstancias físicas, químicas y biológicas que amenazan el bienestar de miles de millones de personas y, con ello, nuestro modelo de civilización actual.
El Protocolo de Kioto, firmado y ratificado por 187 países, y el Acuerdo de París, firmado por 96 países individualmente y por la Unión Europea, han buscado frenar el cambio climático antropogénico, limitando las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de ello, el objetivo de limitar el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 1,5 grados respecto a la era preindustrial para el fin de siglo, no parece que se pueda cumplir, porque lo más probable es que se supere ese umbral alrededor del año 2027, según la Organización Meteorológica Mundial. Este hecho cuestiona la aplicación del principio internacionalmente aceptado de cautela y nos conduce a una situación desconocida de costes medioambientales indeterminados.
Aunque hay que reconocer los esfuerzos que han realizado muchos países, y en concreto la Unión Europea, en materia de sustitución de fuentes de energía y disminución de emisiones de efecto invernadero, la quiebra evidente del principio de cautela y la existencia de costes medioambientales desconocidos ponen en cuestión las posibilidades de desarrollo económico de muchos países. En este sentido, los países desarrollados están obligados no solo a cumplir escrupulosamente con los estándares internacionales medioambientales a los que se han comprometido, sino que tienen que cooperar de forma proactiva para que los continuos procesos de deslocalización productiva hacia países de menos ingresos, no vayan acompañados de incrementos considerables de costes medioambientales para estos últimos, hecho que ha venido ocurriendo hasta ahora y que ha permitido, durante mucho tiempo, invisibilizar y alejar de la conciencia ciudadana de las sociedades más prósperas, el impacto climático.
La universidad, como institución, desempeña un importante papel a este respecto y ha de trabajar desde al menos tres puntos de vista. Por un lado y en primer lugar, es garante de la exactitud de los datos y mediciones, así como responsable de plantear predicciones realistas que permitan una visualización objetiva de la realidad climática. En segundo lugar, ha de participar activamente en la solución del problema y en la consecución de los retos globales, tanto desde el punto de vista de la generación del conocimiento y de la tecnología necesaria para luchar contra el calentamiento global, como desde el avance del conocimiento social y económico que permita estilos de vida más sostenibles. En tercer y último lugar, la universidad debe de formar simultáneamente ciudadanos conocedores de nuestra realidad ambiental y la emergencia climática actual y profesionales capaces de llevar a cabo un desacoplamiento real entre el crecimiento económico y la generación de gases de efecto invernadero.
El cúmulo de evidencias que muestran la gravedad de la situación actual exige que las instituciones generadoras de conocimiento y responsables de la formación de las nuevas generaciones de profesionales actúen de forma decidida y sincronizada. La sociedad invierte en la Universidad los recursos necesarios y el talento de sus jóvenes para que ésta garantice el porvenir de las generaciones venideras. Es por esto, por lo que nosotros, como universidad comprometida con el futuro, declaramos que:
1.- La Universidad Rey Juan Carlos es consciente y reconoce que la emergencia climática constituye uno de los retos más transcendentales a los que se enfrenta la humanidad en la actualidad.
2.- La Universidad Rey Juan Carlos, basándose en la información generada por la comunidad científica internacional como instrumento neutro y veraz para conocer la realidad climática y ambiental actual y futura, adquiere el compromiso de convertirse en altavoz para que la sociedad conozca en cada momento las evidencias científicas encontradas a este respecto.
3.- La Universidad Rey Juan Carlos asume el reto de ayudar a generar nuevo conocimiento, para proporcionar soluciones tecnológicas, económicas y sociales que permitan superar esta emergencia climática, construyendo una civilización más justa y asegurando que el bienestar de hoy no comprometa la seguridad y el futuro de nuestro planeta.
4.- La Universidad Rey Juan Carlos se compromete a liderar la trasformación de la sociedad, empezando por transmitir, a todos sus estudiantes, conocimientos sobre la emergencia climática y sensibilizando a nuestra comunidad universitaria a este respecto.
5.- La Universidad Rey Juan Carlos asume la responsabilidad de realizar una gestión universitaria sostenible y un mantenimiento más eficiente de sus procesos, infraestructuras y equipamiento, orientando sus actividades a optimizar el uso de sus recursos y el ahorro energético, buscando la reducción de su huella energética y, a medio plazo, la neutralidad de carbono.
6.- La Universidad Rey Juan Carlos se pone al servicio de la Administración, en sus diferentes niveles, para ayudar a que la toma de decisiones políticas tenga siempre presente el impacto ambiental que las mismas generan.
La Universidad Rey Juan Carlos, en colaboración con todas las universidades europeas del Consorcio EULIST, quiere ser una herramienta para resolver esta emergencia. Para ello, todas sus facultades y escuelas trabajan activamente en el estudio y la mejora de las condiciones de vida de la Sociedad, pero es importante resaltar en este momento la reciente creación de dos institutos de investigación pioneros a este respecto, que vienen a sumarse a los grupos y centros de investigación con los que ya contaba la universidad:
- En primer lugar, el Instituto de Investigación en Cambio Global, que se crea con el compromiso de generar información veraz y análisis objetivos basados siempre en el método cientifico, así como propuestas para facilitar la mitigación del calentamiento global y la adaptación a las nuevas condiciones ambientales generadas en el planeta. Así mismo, ayudará a forjar políticas públicas de calidad y se conformará como una plataforma de encuentro entre el sector público y el privado.
- Por otro lado, se anuncia también la creación del Instituto de Investigación en Tecnologías para la Sostenibilidad como referente en todo lo relacionado con la eficiencia energética, la mejora de la gestión de residuos, el uso de materiales reciclables y multifuncionales y el impulso a la generación de energías limpias, asequibles y no contaminantes. Este pretende ayudar a lograr los objetivos de descarbonización y se orienta, entre otros, a los sectores relacionados con la movilidad sostenible y la edificación inteligente.
(1) Rockström, Johan, et al. “Planetary Boundaries: Exploring the Safe Operating Space for Humanity.” Ecology and Society, vol. 14, no. 2, 2009.
(2) Richardson, K., Steffen, W., Lucht, W., Bendtsen, J., Cornell, S. E., Donges, J. F., ... & Rockström, J. (2023). Earth beyond six of nine planetary boundaries. Science Advances, 9(37), DOI: 10.1126/sciadv.adh2458.
Declaración institucional aprobada por el Consejo de Gobierno de la
Universidad Rey Juan Carlos del día 27 de octubre de 2023