Nora Fernández Fernández
Un año más, la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC, en colaboración con la asociación de expertos Bitacora (antes PsicoAnimal), pone en marcha el proyecto “Huellas de Colores”.
Este es el primer programa de actividades terapéuticas en el que se incorporan las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA) para menores ingresados en una UCI pediátrica, desarrollándose desde 2019 de forma pionera en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
Así, el pasado mes de junio, se reanudaron las sesiones presenciales de este programa tras las restricciones impuestas por la pandemia, realizándose intervenciones con perros en la Unidad de Cuidados Intensivos y Reanimación Pediátrica -UCIP-REA- de forma física en el Hospital 12 de Octubre.
Las terapias se han llevado a cabo hasta finales del año 2022 con pacientes con un rango de edad que oscilaba entre 4 meses y 17 años, ingresados por complicaciones de enfermedades como leucemias, tumores, linfomas, neumonías, insuficiencias respiratorias o atresia en el esófago; con excepciones en los casos de aquellos que no les gustasen los perros o que les tuviesen alergia, así como los pacientes inmunodeprimidos o aquellos que no contasen con el permiso de sus progenitores para esta actividad.
“Durante los últimos meses, las sesiones presenciales se han realizado con Alma y Ceo, perros de tres y cuatro años que han visitado la Unidad para interactuar con los niños ingresados, siendo seleccionados previamente por los profesionales sanitarios. Durante dos horas, esta actividad supone una distracción para los niños y sus familias, ya que, mediante este elemento distractor, lúdico y de ocio reciben un estímulo novedoso que les permite expresar sus emociones y evadirse del motivo que les hace estar ingresados en la UCI; evidenciándose diferencias significativas positivas tanto antes como después de la intervención”, explica Nuria Máximo, directora de la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC.
Así, los resultados satisfactorios de esta actividad se basan en que la interacción con estos perros logra que los niños y las niñas ingresados mejoren su estado anímico, disminuyan su percepción de dolor, incrementen la autoeficacia, la motivación y el compromiso con su propia salud por las experiencias emocionalmente positivas que les provocan estos animales. Además, estas terapias generan, tanto en ellos como en sus familias, un rol activo en su situación vital, lo que permite abrir una línea de abordaje no farmacológico para estas situaciones clínicas.
En este sentido, cabe recalcar que, desde la primera fase de este proyecto, pudo cuantificarse que los menores ingresados en situación de gravedad experimentaban disminución del dolor de hasta tres puntos -según las escalas habituales de medida de esta variable. Los pacientes también experimentaban una reducción del nivel de ansiedad y otros síntomas asociados a cada patología tras la visita del perro.
“Este proyecto de investigación tiene como objetivo principal la humanización de las estancias hospitalarias de los menores, ya que hemos podido constatar que este apoyo al tratamiento clínico que se realiza mediante las intervenciones asistidas con perros favorece significativamente sus estados de ánimo, mientras alivia sus niveles de estrés, angustia o miedo y, además, también acudimos para interactuar con las familias, trabajando la parte emocional de enfrentamiento de la situación, cuando la edad de los menores es demasiado baja para interactuar con el perro. Las sesiones se llevan a cabo de forma personalizadas en función de las necesidades de cada menor, de forma que algunos trabajan el movimiento y otros, la parte emocional y, por otro lado, existen más posibilidades como la del trabajo grupal, que les viene muy bien para relacionarse, en caso de que esto sea posible”, destaca Nuria Máximo.