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Martes 10 de Mayo de 2022 a las 11:08

Fernando Reinares, premiado por la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo

Fernando Reinares, premiado por la Asociación 11-M Afectados Terrorismo Fernando Reinares, premiado por la Asociación 11-M Afectados Terrorismo

El profesor de la URJC ha sido reconocido por su trabajo de investigación sobre los atentados del 11 de marzo de 2004.

Raúl García Hémonnet/Redacción 

Fernando Reinares (Logroño, 1960) es catedrático de Ciencia Política y Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos. Gracias a un convenio suscrito con el Real Instituto Elcano, ha venido investigando durante años, desde la URJC, sobre radicalización violenta y terrorismo global.

La Asociación 11-M Afectados del Terrorismo le ha otorgado este 2022 el PREMIO POR LA MEMORIA Y POR LA PAZ, “por su trabajo de investigación sobre los atentados del 11 de marzo de 2004”. Este trabajo ha quedado plasmado en su libro ‘11-M. LA VENGANZA DE AL QAEDA’ (Barcelona: Galaxia Gutenberg). El profesor Reinares recogerá el galardón mañana, miércoles 11 de mayo, en el Centro Cultural El Pozo, situado en el barrio de Vallecas

A continuación, podéis leer la entrevista mantenida con el profesor Reinares con motivo de este galardón donde conversa sobre el estado del yihadismo en España, lo que hoy sabemos de los atentados del 11-M y muchas otras cuestiones.

¿Qué supone para usted recibir este premio?

Para un académico que ha investigado los atentados del 11-M no cabe imaginar mayor ni mejor reconocimiento que el de las propias víctimas de la matanza en los trenes de Cercanías y de sus familiares o de sus allegados también afectados por la pérdida y el quebranto ocasionado por los terroristas a seres queridos. A lo largo de mi investigación, la memoria de las víctimas del 11-M ha estado presente en mi mente y en mi corazón. Mi trabajo ha sido el propio de un universitario interesado en situar esos atentados, los más letales jamás ocurridos en suelo de Europa Occidental, en el contexto de la evolución del terrorismo yihadista. En ese empeño pude aportar nueva evidencia sobre quién estuvo detrás del 11-M y por qué se designó a España como blanco. Como académico, además de como persona y como ciudadano, mi trabajo es mi contribución al querer saber de tantas víctimas del 11-M.

Con el tiempo entendí también que esa evidencia sobre el 11-M, articulada de un modo a la vez riguroso y accesible, pero sobre todo presentada de una manera desprovista de la tensión política y de la división social que se produjo en España tras los atentados, había servido a muchas víctimas y afectados que vivían un duelo prolongado. Además, que el premio aluda expresamente a la memoria y a la paz significa mucho para mí. Las publicaciones que han resultado de la investigación son una decidida contribución al mantenimiento del recuerdo de lo ocurrido aquel 11 de marzo de 2004 y de ellas derivan lecciones que tener en cuenta para evitar que hechos de esa naturaleza se repitan.

18 años después de los atentados ¿Cuáles son las principales certezas de los hechos? ¿Queda algo por saber? ¿Se podrá saber todo algún día?

Una primera certeza es que los atentados del 11-M materializaron una doble venganza. La decisión de atentar en España se tomó en diciembre de 2001 como venganza contra España por haber asestado a Al Qaeda el mayor golpe que la organización yihadista recibió en Europa occidental tras el 11-S. Me refiero a la Operación Dátil. Los planes fueron aprobados por el directorio de Al Qaeda en 2003 como venganza por la presencia militar española en Irak. La segunda certeza es que Amer Azizi fue el cerebro o autor intelectual del 11-M. Azizi, marroquí y exmiembro muy destacado de la célula que Al Qaeda tuvo en España entre 1994 y noviembre de 2001, no pudo ser detenido en la Operación Dátil por encontrarse fuera de España. Azizi fue quien instruyó a otros miembros de la célula que tampoco fueron detenidos, como El Tunecino, Jamal Zougam y Said Berraj, para que se reagruparan con fines operativos, lo cual empezaron a hacer en marzo de 2002. Azizi, que se convirtió en adjunto al jefe de operaciones externas de Al Qaeda en la primavera de 2003, fue el conducto entre la red terrorista del 11-M, que empezó a movilizarse en Madrid en marzo de 2002, precisamente siguiendo sus instrucciones, y el mando central de Al Qaeda con base en el noroeste de Pakistán. La tercera certeza es que los atentados del 11-M pudieron haber sido evitados en numerosas ocasiones a lo largo de los dos años durante los cuales se planificaron y prepararon.

Así pues, sabemos quién fue el cerebro del 11-M; sabemos dónde, cuándo y por qué se tomó inicialmente la decisión de atentar en España; sabemos cómo se configuró la red del 11-M con sus tres componentes; sabemos cuál fue la conexión que tuvo con el mando de operaciones externas de Al Qaeda, o las circunstancias en que los dirigentes de Al Qaeda aprobaron y facilitaron los planes, entre muchas cosas más. ¿Qué quedan cosas por saber? Sí, quedan cosas. Saberlo absolutamente todo de atentados grandes y complejos no es realista. Pero sobre los atentados del 11-M no solo sabemos lo esencial, sino mucho más que eso. Incluido lo que falló para que los terroristas consiguieran salirse con la suya.

El yihadismo parece haber pasado a un segundo plano entre la opinión pública y publicada de los países europeos ¿A qué cree que se debe?

La ejecución de actos de terrorismo, como principal corolario del ciclo de movilización yihadista sin precedentes que se produjo en Europa Occidental durante la pasada década, se ha reducido en frecuencia e intensidad durante los últimos cuatro años. Los atentados yihadistas de mayor envergadura, como los perpetrados en 2015 en París, en 2016 en Bruselas y en Niza, o en 2017 en Manchester y en Barcelona, han ido quedando atrás.  Más recientemente los atentados han sido de menor alcance y perpetrados por yihadistas que operan al modo de los actores solitarios, a menudo tienen algún problema de salud mental e incluso no son identificados en un primer momento como terroristas. Entre tanto, la atención de los ciudadanos de los países europeos se ha centrado en otros temas, desde la pandemia hasta la polarización política y ahora la guerra en Ucrania. Además, desde que los talibanes accedieron al poder en Afganistán los medios de comunicación tienden a ofrecer muy escasa información acerca de las insurgencias yihadistas en África o en Asia.

En ese contexto, se entiende que para la opinión pública europea en general y para la opinión pública española en particular la amenaza del terrorismo yihadista a la seguridad nacional o a la convivencia social sea actualmente menor que hace apenas unos años. Una caída así en la percepción del yihadismo como amenaza a la seguridad nacional y a la convivencia social ya se produjo entre los años 2009 y 2011, pero luego vino lo que vino y esto es algo que no debe olvidarse, más aún cuando esa amenaza no se ha desvanecido.

¿Cuál es la realidad actual de la amenaza yihadista en España? ¿Cuales serían en estos momentos los principales focos y ámbitos de radicalización violenta?

 El yihadismo en España se encuentra actualmente en un momento de transición, como ocurre en el conjunto de Europa Occidental. Se trata de una transición desde el reciente ciclo de movilización yihadista promovido por Estado Islámico al cual me refería antes, cuyas consecuencias aún van a persistir durante años, especialmente respecto al problema de los llamados combatientes terroristas extranjeros o yihadistas desplazados desde España a zonas de conflicto y al reto que plantea la radicalización yihadista dentro de los centros penitenciarios. Una transición, en cualquier caso, hacia una nueva situación en la que los procesos de radicalización y reclutamiento van a estar relacionados con la influencia del islamismo en el seno de las comunidades musulmanas de nuestro país y con los emergentes escenarios de conflicto en el noroeste de África o el Sur de Asia, al igual que con el paulatino retorno de Al Qaeda como organización de referencia global.

En cualquier caso, los procesos de radicalización y reclutamiento yihadista no ocurren de modo uniforme o proporcional entre la población musulmana de España. Por una parte, su verosimilitud es considerablemente mayor en segmentos sociales como el de las segundas generaciones. Hoy, hablar de yihadistas en España es hacerlo principalmente de adolescentes y jóvenes musulmanes nacidos o crecidos en el territorio español que son descendientes de inmigrantes venidos de países islámicos, en particular de Marruecos. Un dato para ilustrarlo: todos menos uno de los integrantes de la red del 11-M eran inmigrantes de primera generación. Todos menos uno de los miembros de la célula del 17-A eran descendientes de inmigrantes, es decir, pertenecían a esas segundas generaciones. Por otra parte, la verosimilitud es igualmente mayor en las comunidades musulmanas dentro de las cuales los salafistas han adquirido mayor influencia y control, como ocurre en Ceuta y Melilla o en Cataluña, dando lugar a bolsas de radicalización y reclutamiento.

¿Es el repliegue identitario una respuesta a la amenaza del islamismo violento?

Los temas relacionados con la identidad están muy presentes en los procesos de radicalización y reclutamiento yihadista, muy especialmente en relación con esas segundas generaciones que acabo de mencionar. Pero la respuesta a la amenaza del islamismo violento y al desafío que para la cohesión interna de nuestras sociedades suponen otras formas de islamismo, incluido por cierto el islamismo que se presenta como no violento, no debe ser la de promover identidades excluyentes y divisivas. Para que en las comunidades musulmanas tengan efecto políticas nacionales, regionales o locales capaces de favorecer la integración socioeconómica y el acomodo sociocultural de los adolescentes y jóvenes musulmanes de segunda generación, es preciso que sus asociaciones, lugares de culto y centros culturales islámicos estén liderados por personas que consideren compatible su credo religioso y su condición de ciudadanos de un país democrático. Para la inmensa mayoría de los salafistas, incluidos por supuesto los yihadistas, las sociedades europeas y la democracia son pecado.

Así que la respuesta a las identidades excluyentes de índole religiosa propuestas por movimientos y doctrinarios islamistas, violentos o aparentemente no, ha de ser la promoción de normas y valores propios de sociedades abiertas y pluralistas, donde las identidades naturalmente se entremezclan porque se entienden como diversas e incluyentes.

¿Se estudia suficientemente el fenómeno yihadista y el terrorismo en general en las universidades españolas?

No. Y, sin embargo, la radicalización violenta y el terrorismo son fenómenos que van a continuar existiendo como una expresión singular además de cambiante de delincuencia, al tiempo que como realidades condicionantes y de mucha importancia en el ámbito internacional. El yihadismo, como ideología y como movimiento que produce terrorismo, se encuentra hoy más extendido y es más complejo que nunca. Por tanto, es muy aconsejable que los estudiantes universitarios de Criminología o de Relaciones Internacionales, entre otros, puedan contar con asignaturas, debidamente adaptadas a sus correspondientes titulaciones, sobre esas cuestiones clave del mundo actual.

En el ámbito de la Universidad Rey Juan Carlos, hay que felicitarse de que los estudiantes del Grado en Relaciones Internacionales, o de los Dobles Grados de Relaciones Internacionales con Derecho o Periodismo, por ejemplo, dispongan de una asignatura dedicada al Terrorismo Internacional. Pero es una pena que a los estudiantes de Dobles Grados como los de Derecho y Criminología o Psicología y Criminología no se les proporcione la oportunidad de enriquecer su itinerario formativo con una asignatura optativa sobre terrorismo. Aprovecho para respetuosamente solicitar a las compañeras y compañeros que coordinan esas titulaciones que consideren subsanar esta situación.