Raúl García Hémonnet
Cristina de Diego es una luchadora. Perdió la visión a los 21 años como consecuencia de una diabetes. Ese hecho no le impidió formarse en diversas disciplinas, es licenciada en Derecho por la UNED, Graduada en Turismo por la URJC y Técnica Auxiliar Especialista en Protocolo y Relaciones Institucionales por la Escuela Internacional de Protocolo.
Fueron las prácticas tras su graduación en Turismo, estudios por los que obtuvo el Premio Extraordinario de Fin De Grado en la Universidad Rey Juan Carlos, las que le permitieron comprobar “que no existen recursos en los museos para personas con discapacidad visual”, señala Cristina de Diego. “Eso me animó para intentar conocer el arte y poder ayudar a los museos europeos a hacer accesibles sus obras, por lo que me decidí a estudiar Bellas Artes”, añade.
Los más de 30 trabajos de pintura con plastilina que Cristina expone en ‘Dibujando a Ciegas’ son el resultado de un gran esfuerzo en este grado, con cuyos docentes la estudiante se muestra muy agradecida “la coordinadora Raquel Sardá me ayudó muchísimo a moverme por el campus, y todos los profesores me facilitaron mucho el estudio”.
Una de esas docentes, Ruth Remartínez, profesora de Dibujo y Pintura de Cristina De Diego, es hoy la comisaria de la exposición. Remartínez explica que “la primera vez que vi entrar a Cristina con el bastón en clase me quedé en shock, porque no me lo esperaba”, pero, rápidamente, comprobó la “gran capacidad de la estudiante para adquirir los conocimientos teóricos”. Alumna y profesora mantuvieron varias conversaciones para ver como organizaban el aprendizaje y finalmente eligieron la plastilina como material de expresión.
A partir de ese momento, con el uso de dibujos con mucho contraste, Cristina de Diego seguía los contornos de las ilustraciones e iba copiando, como todos los pintores que comienzan. Además, según explica la profesora Remartínez, “tiene mucha memoria visual, lo cual le ayuda a la hora de pintar”
En el momento de enfrentarse a los lienzos que, a partir de hoy ocupan las paredes del centro del Vivero de Fuenlabrada, Cristina empezó a expresarse dando forma a la plastilina con sus dedos, “yo pintaba como me sentía, y esos sentimientos a veces se traducían en retratos, bodegones, paisajes, etc. Unas veces eran sentimientos agradables y otras aparecían sensaciones como el miedo”.
Ahora, con todo ese material, se ha montado una exposición que, para Ruth Remartínez, “es importante para demostrar a todo el mundo que con esfuerzo, trabajo e ilusión nada es imposible”.