Irene Vega
En el marco del proyecto Gyp-NextGen, se han celebrado las segundas jornadas para la formación de futuros científicos. El objetivo de esta iniciativa, organizada en colaboración con el Instituto de Investigación en Cambio Global de la URJC, es despertar en los estudiantes, que están realizando aún sus estudios de grado, el interés por la investigación en las plantas y líquenes que se desarrollan sobre suelos de yeso. El proyecto tiene una duración total de tres años, durante los cuales los estudiantes desarrollarán actividades de introducción a la investigación.
Gyp-NextGen está financiado por la National Science Foundation y lo integran seis instituciones, tres de ellas norteamericanas: New Mexico State University, John Carroll University y Oberlin College; y tres españolas: la Universidad de Almería, el Instituto de Estudios Pirenaicos (CSIC) y la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Las profesoras de la URJC que participan en este proyecto son Ana García-Cervigón, Aranzazu Luzuriaga, Silvia Matesanz, María Prieto y Ana M. Sánchez, investigadoras del área de Biodiversidad y Conservación. “En cada edición, se trabaja con seis estudiantes, dos de cada uno de los centros norteamericanos, y el curso acaba con una estancia de todos ellos en las instituciones españolas para desarrollar un proyecto de investigación en colaboración con los investigadores españoles que participamos”, señalan las profesoras. “Esta semana han llegado los alumnos y alumnas de la presente edición y hemos estado con ellos en el campo para enseñarle los ecosistemas sobre yesos de Madrid”, añaden.
Además de las actividades realizadas en el campo, se han celebrados varias ponencias en las que han intervenido investigadores de las seis instituciones. Los estudiantes norteamericanos y los alumnos predoctorales de la URJC también han presentado los proyectos que están desarrollando en estos ecosistemas.
En esta edición se ha destacado el valor de estos ecosistemas para el estudio de procesos evolutivos que permiten entender mejor cómo los organismos se adaptan al medio, incluso a medios tan restrictivos como los suelos de yeso. “El programa está contribuyendo positivamente a llamar la atención sobre uno de los ecosistemas más singulares y valiosos de nuestro territorio y que, sin embargo, debido a su aridez y carácter estepario, sin árboles, dista mucho de la valoración que merece, tanto por parte de la población como de algunas administraciones”, concluyen las profesoras.