Sello HR4RS
Irene Vega
interacciones que relacionan a todas las especies de plantas con flor de un mismo territorio con los animales que las polinizan pueden considerarse, metafóricamente, como una compleja "red". En esta red, las diferentes especies de plantas y de insectos mantienen una relación recíproca en el proceso de polinización. Se habla así de la red de interacciones planta-polinizador. Aunque las polillas son conocidas como polinizadores nocturnos, su papel en las redes de interacciones entre las plantas con flores y estos insectos es prácticamente desconocido. En las últimas dos décadas, la mayoría de los casos estudiados se han centrado principalmente en los polinizadores diurnos, como abejas o mariposas. Sin embargo, la vida nocturna también juega un papel importante en el funcionamiento de los ecosistemas.
Para saber más sobre este lado nocturno de la polinización, un equipo científico del grupo de Ecología Evolutiva de la URJC ha estudiado durante tres años las redes de interacciones de la polinización en tres zonas de alta montaña, situadas en el norte (Picos de Europa), en el centro (Sierra de Guadarrama) y en el sur (Sierra Nevada) de la Península Ibérica. “Los objetivos de este estudio han sido entender si los patrones generales de la red de interacciones observados en los polinizadores diurnos se ven modificados al tener en cuenta también esa ‘parte nocturna’ que se ha dejado de lado”, explica Marcos Méndez, investigador del grupo de Ecología Evolutiva y coautor del estudio.
Los resultados obtenidos, publicados recientemente en la revista Scientific Reports, revelan dos hallazgos. Por un lado, el equipo científico ha observado que muchas plantas que aparentemente tienen flores adaptadas para atraer a polinizadores diurnos también son visitadas por polinizadores nocturnos. Por otro, la estructura que conforman las relaciones de polinización se ve modificada al añadir ese componente nocturno. “Los estudios de polinización tradicionales se están perdiendo ese ‘lado nocturno’ de la polinización”, destaca el investigador de la URJC. “Por tanto, no entenderemos la estructura real de las redes de interacciones de polinización a menos que tengamos en cuenta el lado nocturno”, añade.
Prevención de la pérdida de especies
Los polinizadores nocturnos también se enfrentan a perturbaciones humanas, algunas específicas como la contaminación lumínica y otras compartidas con los polinizadores diurnos como la degradación y destrucción de hábitats. En medio de una crisis global de los polinizadores, este estudio señala la necesidad de no olvidarse de los polinizadores nocturnos y entender mejor su papel global en la polinización porque, tal y como apunta Marcos Méndez, “la estructura de una red de interacciones se define, entre otras cosas, por su robustez ante pequeños cambios, es decir, si la red completa es resistente o sensible a pérdidas puntuales de especies, ya que podrían provocar un efecto de extinción en cascada de otras especies”.
En total, durante esta investigación, se han estudiado más de 140 especies de plantas y más de 300 polinizadores, con más de 600 horas acumuladas de observación en el campo. Para ello, se ha realizado en trabajo meticuloso, utilizando trampas de luz por la noche para atraer a las polillas, que se capturaban de manera individual para extraer el polen que portaban.
Este trabajo se ha llevado a cabo en el marco de tres proyectos de investigación, contando así con financiación propia de la URJC y también con fondos del Organismo Autónomo de Parques Nacionales para el estudio de la polinización en Picos de Europa y Sierra Nevada (proyecto liderado por Marcos Méndez) y del Plan Nacional para el estudio de la polinización en la Sierra de Guadarrama (proyecto liderado por José Mª Iriondo).