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Viernes 21 de Julio de 2023 a las 06:30

Diseñar productos pensando en el fin de su vida

El Grupo de Ingeniería Química y Ambiental (GIQA) ha realizado una revisión de sesenta y cuatro trabajos científicos relacionados con la estimación del impacto ambiental de procesos de aprovechamiento de biomasa. El objetivo principal de este trabajo es contribuir al diseño de procesos que tengan en cuenta todas las fases de producción de un producto, desde la extracción de las materias primas hasta su reciclado o reutilización.

Redacción / Irene Vega

Investigadores del Grupo de Ingeniería Química y Ambiental, gracias a la financiación de la Bio Based Industries Joint Undertaking (JU), han realizado una revisión bibliográfica sobre el estado del arte del Análisis del Ciclo de Vida (ACV) en procesos de aprovechamiento de biomasa con el objetivo de minimizar las diferencias metodológicas existentes. Esta contribución es de vital importancia, ya que posibilita el marco de estudio para comparar la gran variedad de procesos que contribuyan a la bioeconomía circular, que emplean moléculas residuales de base biológica como materias primas.

El ACV es una herramienta que registra los impactos ambientales a lo largo de todo el ciclo de vida de un producto, proceso o actividad como si se tratara de una contabilidad ambiental. “La integración del ACV es cada vez más común durante la fase de diseño de estos procesos, lo que hace que una correcta aplicación de la técnica resulte crítica, ya que las diversas opciones de modelado pueden conducir a resultados muy dispares”, explican los autores del estudio publicado en la revista Journal of Cleaner Production.

Este trabajo comprende la revisión de un total de 64 artículos científicos. Mediante esto, se espera un beneficio significativo del análisis y optimización de la sostenibilidad de las tecnologías del futuro. “Este estudio contribuye al diseño de procesos que consigan cerrar el ciclo de vida de los productos, reutilizando, reparando y reciclando los recursos de origen biológico, integrando los avances tecnológicos de diferentes campos y, por lo tanto, alineándose con los objetivos de desarrollo sostenible”, apuntan los investigadores.

Hacer más y mejor con menos recursos

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 (uno de los 17 objetivos de la de la Agenda 2030 de Naciones Unidas) persigue “Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”. En este sentido, todas las acciones del ser humano tienen un impacto en la economía, el medio ambiente y el desarrollo social.

En la actualidad, existen numerosos grupos de investigación que están trabajando para alcanzar este objetivo. Para ello, desarrollan procesos dentro de la bioeconomía circular, un modelo económico que busca la utilización sostenible de la biomasa como fuente de energía y nuevos materiales, reemplazando los productos de origen fósil y reduciendo los residuos.

Tal y como apuntan los investigadores, “cuando actuamos de manera sostenible, nos aseguramos de que nuestras actividades se adapten a la capacidad del planeta y respetamos los derechos de las generaciones futuras. Las claves para esto se pueden resumir en hacer más y mejor con menos recursos. Para entenderlo mejor, necesitamos analizar cómo nuestro crecimiento económico está relacionado con el uso creciente de los recursos y la degradación del medio ambiente”.

Afortunadamente, existen acciones sencillas que todos podemos tomar en nuestra vida diaria para contribuir a este cambio positivo, como la compra de productos locales y de temporada, optar por el transporte público o la bicicleta en lugar del coche, y ahorrar energía en casa o en el trabajo con pequeños cambios: apagando las luces innecesarias o usando electrodomésticos eficientes. Además, otros gestos como cerrar el grifo durante el cepillado de los dientes pueden reducir el consumo de agua de manera considerable.

En cuanto al reciclado y reutilización de los materiales, hay múltiples ideas para transforma los objetos en desuso en nuevas cosas útiles. También se pueden elegir productos con envases reciclables o biodegradables para reducir el impacto ambiental y contribuir a la economía circular.

El Análisis del Ciclo de Vida

Uno de los retos a los que se enfrenta la comunidad científica es encontrar herramientas que tracen la sostenibilidad de nuevos procesos desde las fases más iniciales del diseño de un producto.

Una de las más usadas es el Análisis del Ciclo de Vida (ACV), que se ajusta a un protocolo establecido en la normativa de la International Standards Organization (ISO). La metodología se divide en cuatro fases: objetivos y alcance del estudio, análisis del inventario, análisis del impacto e interpretación. “Inicialmente, es necesario definir el alcance del análisis, que puede comprender desde la extracción de las materias primas hasta la fase de producción (de la cuna a la puerta) o incluir adicionalmente las fases de uso y fin de vida (de la cuna a la tumba)”, explican los investigadores.

De acuerdo con esta metodología, todos los estudios deben ajustarse a este protocolo y evaluar, durante todas estas fases, el impacto ambiental generado sobre el medio ambiente, lo que permite determinar qué etapas y procesos son responsables de las principales cargas ambientales.

Análisis ciclo vida