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Miércoles 26 de Mayo de 2021 a las 06:30

¿Por qué se cultivan más unas especies que otras?

Un estudio liderado por la URJC revela que existen múltiples factores para explicar por qué unas especies agrícolas son cultivadas extensivamente y otras no. Los resultados muestran que las especies cultivadas desde más antiguo siguen siendo las más usadas hoy en día y, por tanto, las especies menos utilizadas podrían ser la clave para que el sistema alimentario sea más diverso, productivo y resistente ante los actuales escenarios de cambio.

Irene Vega

La especie humana ha domesticado más de un millar de especies vegetales para su uso como plantas agrícolas. Sin embargo, el grueso de la alimentación proviene de unas pocas especies, que se cultivan de manera extensiva. Tal es así, que el 60% de la cadena alimentaria está provista únicamente por la producción de cuatro especies: el maíz, el arroz, el trigo y la soja. Ante este predominio, un equipo científico, liderado por la Universidad Rey Juan Carlos, se ha preguntado cómo se ha llegado a depender de tan pocas especies.

Para desvelar las razones que han llevado a la supremacía de estos alimentos, su investigación se ha centrado en los condicionantes históricos, evolutivos y geográficos que han provocado que se seleccionen unas plantas frente a otras como especies clave del sistema agrícola actual. El equipo científico, en el que también ha participado la University of Sheffield (Reino Unido), ha recabado información cuantitativa sobre multitud de descriptores de 866 especies agrícolas de muy diversa índole, desde las especies más predominantes en los sistemas agrícolas, como el maíz o la soja, hasta especies muy menores, por ejemplo, la arveja tuberosa o la lechuga de la India. “Obtuvimos un árbol filogenético de todas ellas, que nos informa de sus relaciones de parentesco evolutivo”, destaca Rubén Milla, investigador de la URJC y autor principal del estudio. “Además, consolidamos una base de datos en la que incluimos información sobre las condiciones climáticas en las regiones donde cada especie se comenzó a cultivar de manera originaria, la antigüedad con la que se lleva cultivando cada una de ellas, el uso principal de cada especie, así como su relevancia agrícola, estimada como la cantidad de hectáreas en el mundo que se han cultivado de cada especie durante las últimas décadas”, añade.

El análisis de esta compilación de datos ha permitido al equipo de investigación revelar los múltiples factores que influyen en que una especie concreta llegue a ser cultivada ampliamente, identificando algunos patrones consistentes. Por ejemplo, las especies que se han domesticado por sus semillas o aquellas que provienen de climas con una marcada estación seca tienden a ser cultivadas en mayor extensión que otras. “También hemos observado que, aunque existan familias de plantas agrícolas muy destacadas, como pueden ser las gramíneas o las leguminosas, la relevancia agrícola está muy distribuida por todas las familias, órdenes y grupos evolutivos de plantas”, señala el investigador de la URJC.

La principal conclusión de este estudio, publicado recientemente en la revista científica Nature Plants, apunta a que las especies más antiguas, aquéllas que se llevan cultivando desde hace miles de años, se utilizan de manera más extensa que las especies que se han incorporado a la agricultura en tiempos históricos más recientes.

Debilidad del sistema alimentario y oportunidad de mejora

El control estadístico sobre todos los factores climáticos, geográficos y evolutivos ha permitido al equipo científico determinar que las especies que sustentan de manera predominantes la cadena alimentaria lo son, en buena parte, por razones históricas.

Estos resultados señalan una debilidad del sistema alimentario, tal y como apunta Rubén Milla: “Un sistema basado en unas pocas especies, que continuamos favoreciendo por inercia histórica, pero no necesariamente por idoneidad biológica, es muy poco resiliente frente a los cambios. Esto es preocupante en un escenario de cambio global acelerado como el actual”.

Ante este horizonte climático, los datos obtenidos en este estudio también abren la puerta a una oportunidad de mejora con la incorporación de las especies menos cultivadas al sistema alimentario para hacerlo más productivo y resistente ante los actuales escenarios de cambio. “Tenemos multitud de especies agrícolas menores con un potencial agrícola prácticamente inexplorado, ya que la innovación tecnológica, tanto histórica como contemporánea, se ha centrado en unas pocas especies”, concluye Rubén Milla.