Carlos Cano/Irene Vega
El tamaño corporal es un atributo biológico clave, asociado con aspectos de las especies tales como el uso del hábitat, el área geográfica donde se distribuyen, la madurez sexual o incluso el riesgo de extinción. Además, existen evidencias de que el tamaño corporal de las especies se ve alterado en función de la variación del clima desde el ecuador a los polos. Mientras que en mamíferos y aves las especies más grandes suelen encontrarse en latitudes altas, este patrón biogeográfico no ha sido bien documentado para organismos ectotermos como los reptiles o los anfibios, cuya temperatura corporal depende principalmente de fuentes de calor externas.
El trabajo publicado en la revista científica Global Ecology & Biogeography, en el que ha participado el profesor de la URJC Miguel Ángel Olalla, ha tenido como objetivo principal examinar a escala global la variación geográfica del tamaño corporal de tortugas terrestres y galápagos (tortugas acuáticas de agua dulce). Para ello, los científicos han evaluado una serie de hipótesis que explicarían dicha variación. El estudio ha estado liderado por la Universidad Federal de Goias (Brasil) y ha contado con la participación de John B. Iverson (Earhalm College, EEUU), uno de los mayores expertos mundiales en tortugas.
Durante la investigación, se recopiló información de todos los continentes sobre la distribución geográfica, el parentesco evolutivo y la longitud del caparazón para un total de 235 especies de tortugas. “Hemos estudiado la relación entre tamaño corporal y una serie de variables ambientales, incluyendo clima actual y pasado e impactos humanos, utilizando métodos estadísticos que consideran las relaciones de parentesco entre especies y la distribución espacial de los datos”, explica Miguel Ángel Olalla.
Se confirma la hipótesis del balance térmico
La temperatura actual ha sido el único factor que se ha correlacionado positivamente y de forma significativa con la variación geográfica del tamaño corporal. Esta conclusión concuerda con la hipótesis del balance térmico propuesta hace varios años por el investigador de la URJC para explicar los patrones de variación del tamaño en vertebrados ectotermos a escala biogeográfica. “Aunque los reptiles y anfibios dependen de fuentes de calor externas para estar activos, muchos de ellos son capaces de emplear comportamientos termorreguladores para mantener su temperatura corporal más o menos estable”, afirma Olalla, quien añade que “este es el caso de las tortugas, que suelen tomar el sol para alcanzar temperaturas apropiadas”.
Los resultados de este trabajo muestran que las tortugas más pequeñas se encuentran por lo general asociadas a ambientes más fríos, mientras que las grandes habitan latitudes cálidas. En este sentido, la capacidad inherente de las especies para aumentar más rápidamente su temperatura corporal depende directamente del tamaño y de las relaciones superficie-volumen. “La supervivencia de las especies más grandes en climas fríos estaría limitada por las dificultades para ‘asolearse’ y alcanzar temperaturas que les permitieran estar activas en zonas con menor número de horas de sol al día”, apunta el investigador de la URJC.
Los hallazgos de esta investigación son importantes para conocer cómo las diferentes especies de tortugas responden al clima actual, especialmente a la temperatura. Además, ofrecen datos relevantes para comprender posibles extinciones y la redistribución global de la biodiversidad en un contexto de calentamiento global.