En el mes de marzo de 2020 la gran mayoría de nosotros observábamos por nuestras ventanas una situación de ciencia ficción. Intentábamos, cada mañana, generar un nuevo día, realizar nuestro trabajo, estar o contactar con nuestros seres queridos o llevar a cabo actividades culturales o deportivas. Lo intentábamos todo y mientras tanto, teníamos el corazón encogido y sentíamos un nudo en la garganta por las personas que estaban sufriendo o por las que nos abandonaban.
Este encogimiento, al mismo tiempo, se transformó en un sentimiento de orgullo y de reconociendo por los profesionales que lucharon por cuidarnos.
Es importante recordar lo que sucedió para aprender, para no volver a fallar, para reflexionar cómo hemos cambiado y para agradecer a todos, profesores, estudiantes y personal de administración y servicios, su esfuerzo. Aun no hemos salido, pero desde luego, nos hemos adpatado. Hoy nuestra facultad es distinta, somos distintos. Hemos conseguido volver a las aulas, adaptar la docencia, investigar y seguir administrando y gestionando. Volvimos con respeto y con firmeza, y lo más importante volvimos a vernos.