Esta semana hemos superado los sesenta días confinados, y para mi Comunidad Autónoma, se augura un futuro incierto y poco esperanzador, al menos de momento. El pasado lunes fue denegado el avance a la fase 1 para Madrid, sin embargo, nos encontramos en la fase 0,5. Para los negocios es una buena noticia, ya que deja de ser necesario atender a los clientes con cita previa. Pero para las personas que soñaban con algo más de libertad, esto ha supuesto un jarro de agua fría.

Tengo sentimientos encontrados. Me invade una amarga sensación, ya que la mayoría de las ciudades de España pasan de fase, y nosotros tenemos que esperar, y aún no sabemos hasta cuándo. Por otro lado, me siento orgullosa del trabajo que estamos haciendo todos los ciudadanos, separados, pero unidos más que nunca por una buena causa; salvar vidas. No solo los sanitarios salvan vidas, nosotros diariamente también lo hacemos; poniéndonos la mascarilla; desinfectándonos con asiduidad; cumpliendo con los horarios para pasear y hacer ejercicio; evitando a las personas por la calle; en definitiva, cumpliendo con las normas.

Es el momento de aceptar que esta decisión ha sido tomada por nuestro bien, y que lo único importante ahora es acabar con este virus. A veces no es tan importante el cuándo, sino el cómo. Es preferible salir a la calle cuando todo haya mejorado, que salir antes de tiempo y que todo empeore y suponga un retroceso. Ahora más que nunca, debemos pensar en los demás, y no tanto en nosotros.