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ESENCIALES: Bibliotecarios

Escrito por Nerea Gracia Corredor

Todos los estudiantes hemos ido varias veces a por ese libro que nos hacía falta para alguna asignatura. O simplemente hemos querido ojear entre las estanterías, esperando encontrar esa lectura perfecta para leer en tu tiempo libre.

En cualquier caso, todos conocemos de sobra la biblioteca de la universidad. A mí, personalmente, me parece un lugar excepcional. Tantas décadas, incluso siglos, de Historia, Arte, Ciencias Sociales, Literatura y un largo etcétera, en esas estanterías entre las que, alguna que otra vez, nos hemos perdido. Pero ahí están ellos: los bibliotecarios. Ellos, desde su puesto de guardianes bibliográficos, siempre te atienden con una sonrisa. Y es que, a pesar de la existencia de la informática, siguen siendo esenciales. Pese a la automatización que han parecido sufrir los lectores en los últimos años, su valía es la misma que hace siglos. Están ahí, en cuerpo, pero sobre todo en mente. Asesoran al lector despistado, o al que no lo es tanto, pero igualmente necesita de los conocimientos que solo ellos, los bibliotecarios, cultivan.

Al igual que no podemos concebir la vida sin libros, una biblioteca no se puede concebir sin los bibliotecarios que aseguran su correcto funcionamiento. Desde catalogar libros, tarea que no es nada sencilla dado el volumen de nuestra biblioteca, hasta ordenarlos en las estanterías tras las devoluciones diarias de los alumnos. Incluso se les nota cierto rictus de preocupación cuando ven que algún estudiante se pierde entre tanta portada y título. No importa, ellos tienen el poder de saber dónde está el que tú buscas.

No recuerdo la cara de un bibliotecario sin que me vengan a la mente valores como la sabiduría, la simpatía y, sobre todo, la cercanía. Y es que, aunque la biblioteca esté llena de libros, siempre estará vacía sin ellos.