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SENSACIONES DE LA DESESCALADA: El miedo que precede a la esperanza

Escrito por LYDIA HERREROS HERNANDEZ

El pasado sábado dos de mayo, el Gobierno autorizó las salidas a pasear y a hacer ejercicio con nuestras familias. En circunstancias normales no habríamos valorado lo que supone pasear con ellos y respirar un poco de aire fresco. ¡Pero ahora es algo genial!  ¡Por fin podemos ver una luz al final de este angosto y lóbrego túnel!

Conforme ha avanzado este confinamiento, mi mentalidad ha ido cambiando. Primero intentaba ser positiva, pensando que duraría quince días o un mes, pero que saldríamos de esta pronto. Más tarde, y conociendo las delicadas informaciones que aportaba el gobierno, me planteaba la posibilidad de que todo esto nos pasara factura, de un futuro en el que salir nos supusiera tener miedo, y aquello me preocupaba.

Tras más de veinte días sin salir de casa, decidí aventurarme a hacerlo para comprar. Recuerdo mirar a los lados, observar las altísimas hierbas que rodeaban mi bloque, los parques cerrados, y nadie a mi alrededor. Aquel silencio me impresionó bastante. Mientras compraba en el supermercado, mi agobio aumentaba. Tanto la mascarilla como los guantes me provocaban mucho calor. También me abrumaba tener que esquivar a las personas de mi alrededor y dejar una distancia suficiente para que estuviéramos seguros. Aquel día lo confirmé, sentí miedo.

Hoy mi mentalidad ha vuelto a cambiar, he salido varios días a la calle, y la mirada de las personas reflejaba esperanza. Después de estos cincuenta días dentro, por fin tengo más ganas que nunca de ver a la gente que quiero, de pasármelo bien, de viajar, de abrazar, de reír. ¿Me permitís un consejo? La mejor forma de llevar todo esto es ser positivo, distraer nuestra mente, y pensar en las cosas buenas que nos esperan cuando todo esto acabe, que son muchas.