A muchos estudiantes del campus de Fuenlabrada nos gusta pasarnos por la filmoteca entre clase y clase para ojear las películas que los filmotecarios han colocado en el panel de novedades. Allí, en la tercera planta de la biblioteca, trabajadores como Santiago o Elena catalogan y descatalogan filmes; incluso preparan una sección de películas especiales si se da algún acontecimiento especial, como las que prepararon para el día de la mujer.

Siempre te atienden con una sonrisa cuando buscas esa película perfecta para ver durante el fin de semana o como premio tras salir de un examen. A sus buenas recomendaciones cinematográficas, se une su cuidado por las salas de trabajo en grupo que también se hallan en esta planta. Muchos alumnos y alumnas esperan su turno para entrar en la sala que los filmotecarios les han asignado, mientras charlan alegremente con ellos o les cuentan la sinopsis de la película que tienen en mente. Santiago y Elena se aseguran de que los alumnos cumplen sus turnos y les avisan amablemente cinco minutos antes de abandonar la sala. Si han visto alguna película en este espacio, les preguntan qué les ha parecido y les sugieren otras semejantes. Los estudiantes nunca abandonan la filmoteca sin despedirse de ellos.

Otros, estudian o hacen trabajos desde los ordenadores que también encontramos en esta zona. Por alguna razón, los estudiantes que se dejan ver por la filmoteca suelen entablar conversación entre ellos, aunque no se conozcan previamente. Lo mismo ocurre entre éstos y los guardianes de las películas y series de nuestro campus. Su afabilidad y su pasión por lo que hacen es el motivo por el cual esta sala siempre está viva.

La labor de los filmotecarios de nuestra universidad es tan importante como la cultura cinematográfica que salvaguardan. Son, además, una muestra de comunicación directa entre el personal de administración y servicios y los estudiantes. Es mucho lo que les debemos, pues la universidad no sería lo mismo sin los servicios que ellos prestan.